martes, 15 de agosto de 2017

Frontera Comalapa



Ya van tres días en Frontera Comalapa y se hace difícil el poder escribir. Cada vez vamos profundizando más en la realidad de los migrantes, vamos recorriendo más tramos de frontera, hablando con más personas y cada vez se hace más incomprensible como hemos podido llegar a una situación así.
La diferencia entre ellos y nosotros no es más que a ellos les ha tocado vivir en un país determinado. Son víctimas de la incompetencia y la avaricia del mundo que les rodea. Personas ajenas a una situación a las que acaba arrancándoles todo lo que tienen para que otros puedan lucrarse. 

Llegado este punto nos dirigimos a los gobiernos para pedirles explicaciones. Para que busquen soluciones a lo que está pasando. Pero en este caso no hace falta mirar tan arriba. Es increíble ver cómo la gente aprovecha la vulnerabilidad de los migrantes para beneficiarse a través de su desgracia. Llámalos coyotes, llámalos personas que les ofrecen trabajo y les pagan miserias o no les pagan, llámalos barqueros que les sacan el dinero para cruzar las fronteras de ríos. Una tela de araña alrededor de ellos con la única intención de exprimirles todo lo que tengan para poder beneficiarse. Personas que seguramente se quejen de la corrupción de sus gobiernos, pero que ellos no son muy diferentes al aprovecharse del miedo del migrante que ha tenido que abandonar su hogar, su país, su familia, su vida. Únicamente por tener un buen trabajo o hijos a los que querer cuidar.
¿Habéis visto alguna vez el miedo? El miedo de verdad. El miedo que no se pasa, el que se pega y te acompaña en todo momento. El que te condiciona todos los minutos del día. El que no te permite hablar en alto, el que te hace mirar a los lados antes de reaccionar. Eso es lo que nos encontramos cada vez que nos acercamos a ellos. Miedo, un miedo atroz por no entender cómo han terminado en una situación de la que ya no pueden salir.

Por suerte que aún quedan pequeños reductos de esperanza donde poder apoyarse. Dentro de este maremagno de carroñeros encontramos personas, organizaciones que aún valoran el respeto a la personas y creen en los derechos humanos y entiende que nadie es ilegal y que las fronteras no tienen que ser yugos sino espacios de encuentro.

Gracias al SJR y al SJM de Comalapa por enseñarnos sus proyectos de la mano del Padre Conrado.

2 comentarios:

  1. Una situación muy difícil y un gran reto para todos. Me quedo con su frase "las fronteras tienen que ser lugares de encuentro"

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  2. Desde luego que nacer donde nacemos es un azar, somos tan ciegos o queremos serlo, que ignoramos que probablemente un 80% de la población mundial nace, vive y morirá sufriendo pero esta tremenda verdad la llenamos de excusas para tranquilizar nuestras conciencias, hoy en día te ponen todo tipo de adjetivos cuando intentas poner tu granito de arena, a lo largo de mi vida he escuchado ciento de veces que ya estoy con mis tonterías y utopías, pero pienso seguir desde mi entorno luchando por lo que unos llaman tonterías y yo llamo humanidad. Gracias mil gracias por compartir vuestras vivencias porque para quien no le guste, sigo pensando que de alguna manera somos muchos los que tan sólo queremos que a todos y cada uno de ellos les llegue un rayo de luz, tú bien claro dices que lo único que nos diferencia es nacer por azar a un lado u otro, es lo único, y no soporto que esto sea la razón por la que no sólo sea el motivo para olvidarlos sino que además sea el motivo para explotarlos.

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