Ver
amanecer desde la treceava planta del barrio más alto de la ciudad no tiene
palabras. El tío de Poncho nos ha acogido en su casa y la verdad que no
podríamos tener mejor anfitrión. Eso y la comida con TODA la familia repleta de
garnachas (comida para tomar con los dedos y chuparte hasta los codos) horchata
de arroz y agua de Jamaica (apuntad lo del agua de Jamaica porque es deliciosa)
y buena charla.
Después
de desayunar tamales hemos paseado por el mercado de Coyoacán con el primo de
Poncho y su mujer que nos han llevado a recorrer el centro, el Jardín del
Arte y la Ciudadela, pasando por la plaza de toros más grande del mundo. Ahí es
nada.
Hemos comenzado también un diccionario mexicano-español porque la comunicación a veces se hace difícil. Ya sabemos hacer algo a chaleco y jalar las puertas.
Nuestra
misión de hoy era mantenernos despiertos y ya estamos casi a las nueve de la
noche… ¡Prueba superada!
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